Desde los primeros minutos de “Poor Things“, resulta evidente que esta película no está destinada a todos los públicos. Calificarla como peculiar se queda corto, una percepción que se intensifica a medida que avanza la trama. No obstante, aquellos que perseveren a lo largo de su contenido explícito y su exploración de la sociedad serán recompensados con un desenlace significativo. Simultáneamente, “Poor Things” se distingue por su impactante calidad visual, desde el vestuario hasta el diseño de producción y los escenarios, sumergiendo a los espectadores en un cautivador despliegue estético.
La destacada actuación de Emma Stone como Bella Baxter, una mujer con una historia de fondo intrigante que se revela gradualmente, añade profundidad a la narrativa. Bella, con una madurez aparentemente inferior a la real, protagoniza una historia de crecimiento personal al aventurarse fuera de su hogar, descubriendo tanto a sí misma como al mundo circundante. A pesar de su franqueza, que puede resultar desagradable para los demás, su honestidad es admirable, expresando pensamientos que muchos desearían tener la valentía de expresar.
La ejecución magistral de Stone en este papel es evidente desde su primera aparición hasta el desenlace, capturando de manera convincente la evolución de su personaje. La interacción con Mark Ruffalo, quien interpreta a un abogado cautivado por Bella, destaca como algunas de las escenas más destacadas. La dinámica entre estos dos talentos es impresionante, creando momentos intensamente íntimos que a veces parecen traspasar los límites de la observación.
Willem Dafoe, en el papel de un hombre peculiar y posiblemente enfermo que actúa como figura paterna para Bella, aporta una capa adicional de complejidad a la trama. Aunque su relación con Bella es inusual, se convierte en el corazón de la película, especialmente en el primer y tercer acto. Las interacciones entre ambos personajes se relacionan de una manera única, ya que todos en este mundo tienen un conflicto con sus figuras paternas.
Es esencial señalar que “Poor Things” no vacila en traspasar límites, y sorprende que solo haya recibido una calificación R, porque en ocasiones roza la intensidad propia de una clasificación NC-17. Aunque las escenas explícitas pueden resultar impactantes, se integran de manera coherente en la trama, evitando convertirse en meros elementos gráficos. Aun así, es posible que incomoden a algunos espectadores.
El principal inconveniente de “Poor Things” radica en su extensión temporal. A pesar de brindar el espacio necesario para explorar la vida de Bella, aprender y crecer junto a ella, hay momentos en los que parece que la película llega a su fin, solo para continuar. Con casi dos horas y media de duración, la inversión de tiempo es considerable, aunque al final, la experiencia resulta valiosa.
A pesar de su peculiaridad, Bella se presenta como un personaje encantador y fácil de simpatizar. Su independencia y determinación, respaldadas por la elección acertada de Emma Stone en el elenco, otorgan a la película una calidad innegable. “Poor Things” puede deslumbrar con su brillante estética y paisajes visuales, pero también se sumerge valientemente en las crudas realidades de la vida, equilibrando la luminosidad con la exploración de aspectos más sombríos.
El aclamado director Yorgos Lanthimos, reconocido por sus destacadas contribuciones en películas como “The Lobster” y “The Favourite”, ha vuelto a cautivar con una obra maestra en su última creación, “Poor Things”. Como señalé previamente, esta película no está destinada a todos los públicos, pero para aquellos que buscan experiencias cinematográficas fuera de la convención hollywoodense, les espera una sorpresa monumental.