Jurassic World Rebirth llega a los cines como la séptima entrega del universo jurásico y la cuarta dentro de la subfranquicia Jurassic World. Dirigida por Gareth Edwards (Star Wars: Rogue One, Creator), esta nueva entrega intenta devolverle frescura a una franquicia que parecía haber agotado su potencial tras el caótico final de Jurassic World Dominion. ¿Lo logra? Parcialmente. Visualmente, es una mejora significativa. Narrativamente, sigue arrastrando los mismos problemas de siempre.
Una dirección que devuelve la majestuosidad perdida
Gareth Edwards es, sin duda, el gran acierto de esta producción. Su estilo visual, caracterizado por la escala épica y el respeto por la presencia física de sus criaturas, se siente como un regreso al espíritu de Jurassic Park (1993). Filmada en celuloide y con una notable atención al detalle, Jurassic World Rebirth presenta a los dinosaurios no solo como efectos digitales, sino como criaturas reales que imponen respeto y asombro.
Uno de los momentos más logrados es la adaptación de una escena mítica del libro original de Michael Crichton, donde un T-Rex persigue a los protagonistas río abajo en una balsa. Esta secuencia nunca había sido adaptada en el cine, y Edwards la lleva a la pantalla con tensión, emoción y belleza visual. Es en momentos como ese donde la película realmente brilla.
El elenco: talento desaprovechado
A nivel actoral, el reparto de Jurassic World Rebirth es prometedor sobre el papel, pero sufre por culpa de un guion plano que no les permite brillar.
- Scarlett Johansson interpreta a Zora Bennett, una mercenaria contratada por una farmacéutica para liderar una misión en una isla habitada por dinosaurios mutantes. Aunque Johansson tiene el carisma y la presencia para llevar el peso de la historia, el personaje carece de profundidad. Su trasfondo apenas se menciona en una escena introductoria que se siente más como un trámite que como desarrollo real.
- Jonathan Bailey (conocido por Bridgerton) encarna al experto en dinosaurios del grupo, un personaje funcional pero sin matices.
- Mahershala Ali, dos veces ganador del Óscar, da vida a un capitán de barco involucrado en la misión. Su talento está completamente desperdiciado en un rol secundario que no aporta nada relevante.
- Rupert Friend interpreta al ejecutivo farmacéutico de turno, cumpliendo con el clásico estereotipo corporativo que ya hemos visto en casi todas las entregas de la saga.
Por otro lado, una segunda trama involucra a un padre, sus dos hijos y el novio de su hija. Ellos naufragan cerca de la isla y terminan envueltos en el conflicto. Estos personajes, aunque ligeramente más simpáticos, también están escritos de forma superficial. La falta de cohesión entre ambas líneas argumentales sugiere que el guionista, David Koepp, no logró integrar adecuadamente sus ideas.

Un guion con poco pulso narrativo
David Koepp es una figura histórica en esta franquicia, siendo coautor de Jurassic Park (1993) y The Lost World (1997). Sin embargo, su trabajo en Rebirth no refleja la agilidad ni la tensión narrativa de aquellas películas. Los diálogos son insípidos, los personajes se sienten como peones en una historia sin emociones. La película tarda mucho en generar verdadero interés más allá del espectáculo visual.
Lo más frustrante es que Rebirth tenía el potencial de ser una gran película. Hay momentos que proponen un respeto genuino por el legado de la saga, pero todo se ve opacado por la estructura desorganizada. La falta de desarrollo emocional y la necesidad de complacer a la audiencia con escenas de acción sin sustancia.
Dinosaurios mutantes, una apuesta arriesgada
Uno de los elementos “novedosos” de esta entrega es la introducción de dinosaurios genéticamente alterados por InGen en una isla nunca antes explorada. El concepto sugiere una transición hacia el cine de monstruos más que hacia el thriller paleontológico. Aunque la premisa tiene potencial, se queda en un enfoque superficial. Las criaturas no impactan más allá del diseño visual.
Los dinosaurios icónicos —como el T-Rex o los velocirraptores— tienen apariciones breves. Son casi simbólicas, como si los guionistas los incluyeran solo para cumplir con lo mínimo esperado. El resultado es una película con estética jurásica pero corazón genérico.
Para empeorar la inconsistencia narrativa, la idea de una coexistencia entre humanos y dinosaurios —establecida en Dominion— se desecha rápidamente con una excusa repetitiva: “los dinosaurios ahora viven cerca del ecuador”. Esta frase se repite tantas veces que pierde todo peso y evidencia lo forzado de la solución.

Producción apresurada y consecuencias visibles
Uno de los mayores problemas de Rebirth es su calendario de producción. La película fue anunciada apenas un año y medio antes de su estreno. Su rodaje comenzando en junio del año pasado. Esta falta de preproducción se nota en el guion, en la edición y en la inconsistencia general del relato. Todo parece haber sido armado con prisa, priorizando la fecha de estreno por encima de la calidad final.
Esto es especialmente frustrante porque, con más tiempo, Rebirth podría haber sido la mejor entrega desde el filme original. La dirección de Gareth Edwards, la fotografía de John Mathieson y la partitura de Alexandre Desplat están a la altura de una gran producción. El problema es que, una vez más, los ejecutivos de Universal parecen haber estado más enfocados en mantener el flujo de contenido que en construir una película duradera.
Veredicto final: lo bueno no alcanza para salvar lo malo
Jurassic World Rebirth no es un desastre, pero sí una gran oportunidad desperdiciada. Tiene lo necesario para destacar —una dirección sólida, momentos visuales memorables y un concepto atractivo. Lamentablemente, falla al construir personajes interesantes, una narrativa coherente y una experiencia emocional que perdure.
Al final, es una película que se deja ver, pero que difícilmente será recordada. Gareth Edwards demuestra que puede dirigir una gran película Jurassic, pero necesita un mejor guion y más libertad creativa. Si Universal está dispuesto a dejar de tratar a la franquicia como una máquina de dinero automático, tal vez aún haya esperanza.
Puntuación: 6.5/10 – Una entrega visualmente poderosa que no logra escapar del ciclo de mediocridad de la saga.
