El cine experiencial como “Lost Soulz” sólo puede prosperar cuando se centra en protagonistas interesantes. Para su directora y escritora, Katherine Propper, sus protagonistas – un grupo de artistas musicales de la Generación Z que vagabundean por Texas en una furgoneta – canalizan su desenfrenada energía juvenil en “Lost Soulz”, convirtiéndose en material de primera calidad que Propper utiliza para crear un cine conmovedor de estilo vérité sobre lo efímero de intentar crear arte siendo de la Generación Z.
Cuando Sol (Sauve Sidle) interpreta un tema de rap en una fiesta, un grupo de músicos que viaja por el oeste de Texas lo busca. El joven Sol aprovecha la oportunidad de actuar con ellos en El Paso y decide dejar atrás a su mejor amigo Wesley (Siyanda “Yung Bambi” Stillwell). Sol se había estado quedando con Wesley y su familia, por lo que desaparecer sin mucha explicación provoca un breve conflicto interno para Sol, agravado por la sobredosis de Wesley en la fiesta. Sol, con sus rastas de arco iris y su entusiasmo displicente, se une al grupo, pero pasa un tiempo debatiéndose sobre un mensaje de Instagram a Wesley en el que explica su marcha.
Un elemento fuerte que realza “Lost Soulz” es el uso de música original por parte del grupo: Big Loko (Tauran “Big40Thrax” Ambroise), Seven (Aaron Melloul), Malachi (Malachi Manson), Mao (Alexander Bracknell), Nina (Krystall Poppin) y Froggy (Micro TDH). Su música, junto con su camaradería, tiene un ritmo contagioso. Su rap/hip-hop – que no es un estilo de género que uno escuche predominantemente – es notablemente genial cuando rifan a cappella, mientras que en sus conciertos se escuchan ocasionalmente estilos poco agradables de autotune.
La impregnación de la tecnología parece evidente en el mundo real de “Lost Soulz”. Tal vez Propper esté poniendo de relieve lo importantes que son TikTok y otros medios sociales para la Generación Z, nada más evidente que la moneda social de Sol, que tiene más de cien mil seguidores en Instagram que parecen indicar su mínimo éxito. Propper incorpora metraje en super 8 y clips verticales de vídeos telefónicos como tejido conectivo para la línea emocional de Sol, así como FaceTime para que Sol mantenga su conexión con Jessie (Giovahnna Gabriel), la hermana pequeña de Wesley. Esto es congruente con el uso de las redes sociales por parte del grupo, donde Instagram se convierte en el centro de las noticias y los anuncios.
Como millennial, el uso de dispositivos es notable – especialmente durante el concierto en el que actúan, donde las linternas de los teléfonos indican la grabación y captura del evento —, pero hay una vibración tan honesta y civilizada en “Lost Soulz”, en la que quizá los Gen Z simplemente estén codificados así: la tecnología se ha convertido en sinónimo de la vida cotidiana y en una herramienta vital para encontrar el éxito.
“Lost Soulz” nos lleva en el viaje emocional de Sol, aunque sigue sintiendo que podría y debería haber sido más sustancial. Propper nos presenta un encantador Sidle, en este “road trip” presenta a la Generación Z como sus propias almas perdidas, mientras su arte se ahoga en medio de un mar de compañeros igual de atascados mientras el sol se pone en su juventud.