Con una alineación de personajes secundarios, Thunderbolts llega como el más reciente capítulo del Universo Cinematográfico de Marvel (MCU), y lo hace con una identidad peculiar: no es una película completamente de acción ni totalmente introspectiva. Es un puente entre etapas, con escenas efectivas, momentos incómodos y varios temas más profundos de lo habitual.
El asterisco del título no es decorativo. Tiene un propósito que, aunque se revela hacia el final, no provoca la gran sorpresa que uno esperaría. En cambio, el filme se siente como una nota al pie en la historia mayor del MCU, algo que mantiene la maquinaria funcionando mientras esperamos a Fantastic Four: First Steps y la próxima película de Avengers. Compartimos su tráiler.
Florence Pugh: el corazón de Thunderbolts
La gran ganadora del proyecto es Florence Pugh. Su Yelena Belova mezcla carisma, humor, vulnerabilidad y un pasado emocionalmente complejo. Ella brilla incluso cuando el guion no lo hace. Su presencia física en escenas de combate, sus diálogos sarcásticos y su capacidad de transmitir dolor hacen que su liderazgo en el grupo se sienta natural.
Yelena no solo lidera el equipo, también articula el tono de la película: frustrado, autocrítico, cansado… pero determinado. En más de una ocasión, ella misma declara que “we suck!” (“somos un desastre”), lo que genera risa al principio, pero eventualmente se vuelve un síntoma del cinismo que sobrevuela todo el relato.

¿Quiénes son los Thunderbolts?
El grupo es un mosaico de soldados caídos en desgracia, asesinos reformados y figuras atrapadas en su pasado. El elenco incluye:
- Yelena Belova (Florence Pugh), viuda negra con corazón.
- John Walker/U.S. Agent (Wyatt Russell), un Capitán América fallido.
- Ghost (Hannah John-Kamen), una mujer con un traje que la vuelve intangible.
- Taskmaster (Olga Kurylenko), programada para matar, ahora busca su identidad.
- Bob (Lewis Pullman), un enigma con amnesia.
- Red Guardian (David Harbour), el héroe caído con complejo de padre.
- Bucky Barnes (Sebastian Stan), ahora congresista electo por Brooklyn.
Este equipo ha trabajado o ha sido manipulado por Valentina Allegra de Fontaine (Julia Louis-Dreyfus), líder de la CIA. Pero sus acciones turbias la han llevado al borde del juicio político. Para salvarse, intenta eliminar toda evidencia, incluyendo a los mismos Thunderbolts.
El Proyecto Sentry: jugar con fuego
En su desesperación, Valentina reactiva el Proyecto Sentry, una iniciativa para recrear el suero del super soldado… pero con esteroides. Como es habitual en Marvel, esto sale terriblemente mal. La criatura resultante no es solo físicamente poderosa, también desata una amenaza psicológica global.
Uno de los elementos más destacados de Thunderbolts es el arco de Bob (Lewis Pullman) y su transformación en The Sentry, un relato profundamente ligado a la salud mental y a la soledad extrema. Algunos días, Bob se siente tan invencible como el superhéroe que se supone debe ser; otros, sucumbe ante The Void, una entidad oscura que lo domina y desata caos. Esa dualidad lo convierte en el antagonista perfecto para alguien como Yelena, quien constantemente se cuestiona sus acciones y su valor personal.
A medida que Bob obliga a cada miembro del equipo a revivir los momentos más oscuros de sus vidas, la película revela sus intenciones más serias y conmovedoras: mostrar cuán rotos están estos personajes detrás de sus armaduras, poderes y sarcasmo.
El nuevo enemigo no es una figura tangible, sino una fuerza oscura que consume a los ciudadanos de Nueva York. En una secuencia con reminiscencias a Avengers, el combate se traslada a las afueras de Grand Central Terminal. Pero esta vez no luchan contra aliens: luchan contra la depresión, la culpa y el vacío existencial, visualizados como sombras invasoras.
Una narrativa de traumas y simbolismos
Thunderbolts se une a la tendencia del cine de superhéroes que explora el trauma. Al igual que The Babadook o The Woman in the Yard, los personajes deben enfrentar sus demonios internos a través de metáforas visuales. En este caso, Yelena atraviesa varias “habitaciones simbólicas” dentro de una casa imaginaria, cada una representando un fragmento doloroso de su pasado.
Y es justo ahí donde Thunderbolts encuentra su mejor versión. La dirección de Jake Schreier, conocido por su estilo con humor negro, se combina magistralmente con el trabajo visual de Andrew Droz Palermo, director de fotografía de The Green Knight y A Ghost Story. Palermo aporta una sensibilidad visual que amplifica los miedos y vulnerabilidades de los personajes. Un ejemplo claro es la escena de pelea en el pasillo al inicio del filme: una secuencia clásica del cine de superhéroes, pero rodada desde arriba, con sombras alargadas en blanco y negro que llenan el encuadre. Esta elección estilística comunica, sin palabras, el aislamiento que Yelena experimenta a lo largo de la historia.
Humor funciona… en momentos
El filme intenta aligerar su carga emocional con humor, pero no siempre acierta. Las bromas de Red Guardian, con su acento exagerado y actitud bulliciosa, cansan rápidamente. Aun así, Wyatt Russell y Florence Pugh logran extraer oro de diálogos sencillos con sus expresiones, ritmo y presencia escénica.
Las escenas de acción son competentes, pero no memorables. Las coreografías carecen del impacto de otras entregas de Marvel, y en ocasiones, el ritmo narrativo se siente pausado. De hecho, el primer acto se extiende demasiado antes de que comience el verdadero conflicto.

Conclusión: Un cierre imperfecto, pero con futuro
Thunderbolts es, en muchos sentidos, la propuesta más sólida del MCU en lo que va de esta fase. Nos brinda una aventura digna de personajes que muchas veces han sido pasados por alto, permitiéndoles brillar (aunque brevemente) en sus propios términos.
La película logra explorar tonos más oscuros, tocando temas como la salud mental tanto en héroes como villanos. Sin embargo, los realizadores no siempre logran equilibrar esa profundidad emocional con la energía cómica que el MCU suele manejar con más destreza.
Aunque al final la película deja una sensación de melancolía, no es una experiencia negativa. Es un “bajón” que vale la pena, uno poblado por personajes que esperamos volver a ver en futuras entregas del universo Marvel.
¿Vale la pena verla? Si eres fan del MCU y sigues la cronología, sí. Thunderbolts ofrece contexto para lo que viene en Fantastic Four: First Steps, pero no deja cabos sueltos cruciales. Es una historia contenida, con valor temático y actuaciones sólidas, aunque lejos de ser inolvidable.