Con Superman, James Gunn inaugura una nueva etapa en el universo cinematográfico de DC, esta vez con una versión que pone en primer plano la humanidad del personaje, su sentido del humor y su vínculo emocional con la Tierra. Tras años de interpretaciones oscuras y enfoques realistas, Gunn apuesta por un Superman más brillante, más cálido y más esperanzador, sin dejar de lado los conflictos personales y sociales que rodean a Clark Kent. Esta película no solo funciona como una introducción al nuevo DCU, sino como una carta de amor al legado del superhéroe más emblemático de la historia.
Un Clark Kent que honra su crianza
David Corenswet asume el rol de Superman con naturalidad y carisma. Su interpretación presenta un Clark Kent amable, ligeramente torpe, pero seguro de su propósito. Lo más destacable es cómo su versión del personaje transmite la influencia directa de Martha y Jonathan Kent. Más allá de su herencia kryptoniana, este Superman es resultado de una crianza amorosa en un pequeño pueblo agrícola. Gunn acierta al retratar a un héroe que, aunque puede volar y detener misiles con sus manos, mantiene los pies en la tierra en cuanto a valores y moral.
Uno de los mayores aciertos del guion es enfatizar que Superman no es simplemente un mesías alienígena, sino alguien que lucha constantemente por encontrar su lugar entre dos mundos. Esto se traduce en momentos emocionales que conectan con el espectador: escenas familiares, recuerdos de su infancia, y conversaciones íntimas que refuerzan que su poder más grande no es la fuerza, sino su empatía.
Lois Lane, más que la típica figura romántica
Rachel Brosnahan ofrece una interpretación moderna y vibrante de Lois Lane. Desde su primera aparición, deja claro que no será simplemente la “novia del héroe”. Su Lois es una periodista tenaz, directa, capaz de mantener la calma en medio del caos. En una escena clave, mientras Metropolis sufre un ataque, Lois permanece enfocada en escribir su historia, reafirmando su compromiso con la verdad y el periodismo.
Su relación con Clark ya está establecida cuando inicia la película, lo cual permite explorar dinámicas de pareja más maduras, alejadas de los clásicos juegos de identidades secretas. La química entre ambos actores es palpable y creíble, sumando una capa emocional sólida a la narrativa.

El Lex Luthor definitivo
Nicholas Hoult brilla como un Lex Luthor siniestro y manipulador. Su versión se aleja tanto del humor excéntrico de Gene Hackman como del intelectualismo frío de Jesse Eisenberg. Este Luthor es ambicioso, narcisista, y perfectamente dispuesto a arriesgar la estabilidad del mundo con tal de alimentar su ego o desacreditar a Superman. Hoult logra transmitir una maldad convincente sin caer en exageraciones. Esto lo posiciona como el mejor Luthor en acción real hasta la fecha.
Su presencia no solo sirve como antagonista, sino como reflejo del cinismo contemporáneo. Mientras Superman representa la esperanza, Luthor representa la desconfianza, el orgullo y la manipulación mediática.
La Liga de la Justicia… en formación
La película introduce sutilmente a otros héroes del universo DC. Aparecen personajes como Guy Gardner (Nathan Fillion), Hawk Girl (Isabela Merced) y Mr. Terrific (Edi Gathegi), cada uno con momentos destacados. Mr. Terrific, en particular, se roba las escenas con su humor y carisma, ofreciendo el balance perfecto entre comedia y competencia intelectual.
Lejos de sentirse forzados, estos personajes encajan con naturalidad en la historia, aportando variedad sin robar protagonismo. Esta estrategia permite vislumbrar un universo conectado sin caer en la saturación que afectó a entregas anteriores de DC.
Acción sin origen
Uno de los elementos más notables de Superman es que no pierde tiempo recontando su origen. Ya no vemos a Jor-El enviando a Kal-El en una cápsula ni la caída en Kansas. Gunn confía en que el público conoce esa historia y opta por una narrativa que arranca en plena acción. Este enfoque resulta refrescante y ágil. La trama se siente como un episodio ya avanzado de una serie. Los personajes están establecidos, las relaciones definidas, y la acción fluye sin necesidad de exposiciones prolongadas.
Este ritmo rápido puede resultar confuso para algunos espectadores en los primeros minutos, pero se recompensa con una narrativa envolvente y dinámica.
El tono: más luz, más esperanza
A diferencia de las versiones oscuras y melancólicas de Zack Snyder, la versión de Gunn apuesta por el color, la esperanza y el humor. Y sí, hay humor, y mucho. Pero no se siente fuera de lugar: es parte del ADN del filme. Gunn equilibra los momentos cómicos con secuencias de acción bien coreografiadas y momentos dramáticos que aportan peso emocional.
Este tono recuerda más a la serie animada de los 90 que a las producciones recientes de DC. Precisamente lo que muchos fans han estado esperando: un Superman que puede inspirar y sonreír al mismo tiempo.
Krypto: el perro que no sabías que necesitabas
Una sorpresa inesperada es la participación de Krypto, el perro superpoderoso. Su presencia aporta ligereza y momentos cómicos muy efectivos. Gunn lo retrata como un perro adorable, torpe y descontrolado, que no mide su fuerza. El resultado es un personaje entrañable que podría volverse favorito del público.

Una película pensada a futuro
Aunque Superman funciona por sí sola, también se siente como la primera página de una historia más grande. Gunn establece bases sólidas para explorar futuros conflictos, alianzas y enemigos. Sin necesidad de post-créditos excesivos ni cameos sorpresa, la cinta insinúa que el universo DC tiene un plan, y esta vez parece que va en la dirección correcta.
Conclusión
Superman de James Gunn es, ante todo, un regreso a la esencia del personaje. Más que un salvador, nos muestra a un hombre que lucha por ser mejor, por hacer lo correcto, y por seguir creyendo en el bien. Incluso cuando el mundo no lo hace. Corenswet encarna ese ideal con convicción. Gunn lo enmarca en una película emotiva, divertida y muy necesaria para una nueva era de superhéroes.
No es perfecta ni busca revolucionar el género, pero logra lo más difícil: hacernos creer, una vez más, que el bien puede triunfar.
Calificación: 8.5/10