La nueva película F1, protagonizada por Brad Pitt y dirigida por Joseph Kosinski (Top Gun: Maverick), no solo arranca motores, sino que eleva el género de las películas de carreras con una experiencia cinematográfica visceral, intensa y emocionalmente sólida. Con una duración de dos horas y media, esta cinta logra combinar con éxito acción trepidante en la pista con un drama humano que sorprende por su profundidad.
Un regreso lleno de energía
Brad Pitt interpreta a Sonny Hayes, un veterano piloto retirado que es llamado de vuelta por una escudería en declive liderada por Javier Bardem. La misión: revivir al equipo y guiar al joven talento interpretado por Damson Idris. Lo que podría sonar como una típica historia de mentor y aprendiz, se transforma bajo la dirección de Kosinski en una narrativa más rica y matizada, donde ambos personajes luchan con sus propios miedos, egos y aspiraciones.
Actuaciones con peso y carisma
Pitt brilla con su “energía de tipo cool veterano”, una evolución natural de su carrera. Su interpretación recuerda a sus papeles más recientes donde transmite sabiduría con una actitud relajada pero firme. Damson Idris, por su parte, sorprende al aportar vulnerabilidad y tensión a su rol, evitando caer en clichés. Kerry Condon y Javier Bardem aportan solidez al reparto, complementando la historia con actuaciones equilibradas y creíbles.

Las carreras: el alma de F1
Lo que distingue a F1 es su ambición técnica. Kosinski, quien ya nos dejó sin aliento con las secuencias aéreas de Top Gun: Maverick, repite la fórmula con éxito en el asfalto. Cámaras instaladas en los cockpits capturan la velocidad, la vibración y el vértigo de las carreras, haciendo que el espectador se sienta literalmente en el asiento del piloto. Cada escena de acción está diseñada para ser sentida, no solo vista.
Más que gasolina y ruedas
A diferencia de otros filmes del género, F1 no descuida el desarrollo emocional. La película da tiempo para explorar el conflicto interno de sus personajes, la presión del fracaso, la rivalidad y la necesidad de encontrar propósito más allá de la fama o el dinero. Esta dimensión emocional añade peso a cada carrera, haciendo que la adrenalina se mezcle con empatía. Aquí un vistazo a su tráiler.
¿Una película larga? Tal vez, pero justificado
Aunque su duración supera las dos horas y media, F1 se mantiene dinámica. El ritmo solo se resiente ligeramente hacia el final, cuando algunas carreras parecen repetirse en su desenlace. Sin embargo, durante la proyección el interés se mantiene gracias al equilibrio entre drama y acción. La película es un testimonio de cómo una historia clásica puede sentirse fresca y vibrante con la dirección adecuada.
Conclusión
F1 no solo cumple con las expectativas, las supera. Es una carta de amor a las carreras, pero también una reflexión sobre el paso del tiempo, la importancia del trabajo en equipo y la redención personal. Kosinski consolida su habilidad para combinar emoción y espectáculo. Brad Pitt demuestra una vez más por qué es una de las estrellas más carismáticas del cine moderno.
Veredicto
4.5 de 5 estrellas
F1 es cine para la época veraniega del bueno: intenso, emocionante y con corazón.
