Mission: Impossible – The Final Reckoning: Reseña

La franquicia Mission: Impossible ha sido sinónimo de acción de primer nivel durante casi tres décadas. Desde su inicio en 1996, la saga ha evolucionado constantemente. Cada entrega a superando las expectativas tanto en ejecución como en ambición. Ahora, con Mission: Impossible – The Final Reckoning, Tom Cruise y el director Christopher McQuarrie nos entregan lo que podría ser el capítulo final en la historia del espía más temerario del cine: Ethan Hunt.

Aunque no alcanza el nivel icónico de Fallout (2018), esta nueva entrega logra combinar emoción, nostalgia y tensión real para ofrecer una experiencia cinematográfica memorable. Especialmente para los seguidores de la franquicia.


Una historia de inteligencia artificial y aniquilación global

En The Final Reckoning, Ethan Hunt y su equipo del IMF siguen enfrentándose a la entidad, una inteligencia artificial (llamado “The Entity”) rebelde que ha logrado infiltrar sistemas de inteligencia en todo el mundo. Acompañado de nuevos y viejos aliados, Hunt se embarca en una carrera contrarreloj para evitar que esta amenaza digital redefina por completo el orden mundial.

Este enfoque, profundamente enraizado en el miedo actual hacia la IA y el control de la información. La situación agrega una capa de relevancia contemporánea que hace que la historia se sienta especialmente inquietante. No se trata simplemente de evitar una bomba, sino de frenar una amenaza que lo sabe todo y puede anticiparse a cada movimiento.

A diferencia de las entregas anteriores, esta es la primera película de Mission: Impossible que funciona como una secuela directa. Es altamente recomendable haber visto Dead Reckoning antes, ya que gran parte de la trama continúa directamente desde allí. Aunque se ofrecen recapitulaciones y referencias a filmes anteriores, llega un punto en el que la cantidad de información resulta excesiva. De mi parte, uno solo desea que la acción comience.


Una franquicia que ha madurado con elegancia

Uno de los aspectos más notables de la saga Mission: Impossible es cómo ha sabido reinventarse. Mientras otras franquicias de acción han perdido fuerza con el tiempo (Fast & Furious es un ejemplo reciente), Mission: Impossible ha mantenido una trayectoria ascendente en calidad. Especialmente desde Ghost Protocol (2011) en adelante.

El secreto detrás de esta consistencia ha sido, sin duda, la colaboración entre Tom Cruise y Christopher McQuarrie. Juntos han elevado la franquicia a nuevas alturas. No solo con escenas de acción espectaculares, sino también con una narrativa que respeta la inteligencia del espectador.


La acción: siempre en el límite

No sería una película de Mission: Impossible sin escenas de acción que desafían la lógica y la gravedad. Esta entrega no decepciona. Tom Cruise vuelve a jugársela físicamente, esta vez colgando de un biplano que realiza maniobras peligrosas, incluyendo bucles y caídas en picada.

Además, hay persecuciones en camiones a través de túneles, peleas mano a mano coreografiadas al milímetro. También una intensa secuencia submarina que recuerda a la infiltración en Langley del primer filme. McQuarrie, como ya lo ha demostrado en entregas anteriores, sabe cómo construir tensión y emoción en pantalla grande. Cada setpiece está diseñado con una precisión que pocos directores del género logran replicar.

Mission: Impossible – The Final Reckoning

Un tono más sombrío de lo habitual

A diferencia de entregas anteriores, The Final Reckoning adopta un enfoque más serio y melancólico. La amenaza de la IA y el tono apocalíptico del filme hacen que se sienta más como una película de Christopher Nolan que una típica aventura de espías. La comparación con The Dark Knight Rises no es casual: esta película carga con el peso del final, y eso se siente en cada escena.

Hay menos humor y más reflexión. Ethan Hunt no es el mismo personaje confiado de otras entregas; aquí se lo percibe más solitario, más contenido. El resultado es una experiencia cinematográfica emocionalmente intensa que puede tomar por sorpresa a quienes esperen solo acción desenfrenada.


Nostalgia y fan service bien justificado

Uno de los puntos fuertes del filme es su manejo del legado de la saga. Personajes del pasado regresan con papeles sustanciales, y no simplemente como cameos sin peso. Además, algunas revelaciones cambian por completo la forma en la que vemos momentos clave de otras entregas. Esto no solo recompensa a los fans más dedicados, sino que también aporta una profundidad inesperada.

Sin embargo, esta nostalgia también trae consigo una carga. El primer acto de la película se dedica en gran parte a repasar eventos anteriores. Para quienes han seguido la saga desde el inicio, esta recapitulación puede sentirse redundante. Pero considerando que esta es una franquicia de ocho películas, se entiende la necesidad de contextualizar a nuevas audiencias.


El villano: el punto más débil

A pesar de todos sus aciertos, la película falla en su antagonista. El villano, heredado de Dead Reckoning Part One, es Gabriel (Esai Morales). Lamentablemente, carece del carisma y la amenaza de figuras como Solomon Lane o incluso Owen Davian (el brillante Philip Seymour Hoffman en MI3). En un filme tan serio, la falta de un villano memorable es un problema que reduce algo del impacto emocional.


¿El mejor final posible?

Aunque no está oficialmente confirmado que The Final Reckoning sea la última entrega, la película se siente como una conclusión. El tono grave, la estructura narrativa y el cierre emocional para muchos personajes indican que, al menos, estamos ante el principio del fin.

Y si este es el final, es uno digno. La dedicación de Tom Cruise al cine como experiencia física y visual queda nuevamente demostrada. Su compromiso por entregar escenas reales, sin CGI excesivo, y su voluntad de ponerse en peligro físico por la autenticidad hacen que Mission: Impossible siga siendo única.


Conclusión: ¿vale la pena?

Sin duda. Aunque no es la mejor película de la saga, Mission: Impossible – The Final Reckoning ofrece un espectáculo sólido, reflexivo y técnicamente impecable. Si eres fan de la franquicia, encontrarás muchas razones para emocionarte. Quizás, emocionarte aún más ante lo que parece una despedida.

Otro aspecto que puede jugar en contra de la película es su extensa duración, cercana a las tres horas. Hay momentos en los que el ritmo decae, y el espectador podría sentir el deseo de que la historia avance más rápido o incluso que llegue pronto a su desenlace.

Y si eres nuevo en el universo de Ethan Hunt, puede que esta entrega no sea la mejor puerta de entrada. Pero sí una muestra clara de por qué esta saga se ha mantenido relevante durante casi 30 años. Sin duda, Tom Cruise deja un legado imborrable en el cine de acción, llevando las escenas de riesgo a otro nivel. Como es costumbre, corriendo incansablemente en secuencias que ya son marca registrada.

Mission Impossible The Final Reckoning Poster

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